Qué Fuimos Haciendo | Una voluntaria de 12 años realizó un reparto...

Fundación Los Niños del Mañana

Salí de viaje con mi familia hacia una gran experiencia, desde huerta grande, un pueblo no muy grande en la provincia de Córdoba, Argentina. Luego de un viaje de casi 2 días, llegamos al Moreno en la provincia de Jujuy, y en el comedor de la Fundación esperamos la llegada del camión lleno de bolsones de alimentos y ropa, que luego entregaríamos en las zonas de reparto. El camión llego al mediodía, donde trasladamos los bolsones a las camionetas, para el reparto del Lipán.

Al llegar a la primera casa, vimos una mujer lavando ropa, cuando nos vio, se puso muy contenta, ya que recibiría alimentos y ropa. Ver felices a las personas, que recibían nuestros bolsones con alegría, me llenaba el alma, y poder conversar y pasar un momento con ellos, era aún más hermoso. En las paradas que hacíamos repartiendo bolsones, había niños de todas las edades, y alguno de ellos se animaron, que les haga preguntas, sobre cómo era la vida en las alturas y en la distancia, y cada uno de ellos recibían golosinas a parte de la ropa y alimentos. Al terminar el reparto en el Lipan nos dirigimos hacia el comedor que se encuentra en las cuevas, Salta, a 3800 metros de altura, llegamos de noche y dormimos allí.

Al otro día, nos levantamos a las 6 h, luego de desayunar, cargamos los demás bolsones a las camionetas que nos acompañaban para el reparto, hacia finca del toro, y el palomar, que son localidades cercanas a las cuevas.

En esta parte de la experiencia, paramos en un lugar solitario, donde no había casa, ni tampoco se escuchaban ruidos, en ese momento me preguntaba: A quienes esperamos? y luego 3 personas venían hacia nosotros, y detrás de ellos venían más, con unas sonrisas conmovedoras recibían lo que les brindábamos y felices se despedían con sus bolsas de alimentos y ropa.

En el regreso, conmovida por la gran necesidad pensaba en aquellas personas que viven perdidas entre los cerros y casas alejadas unas de otras, cocinando a la intemperie en ollas sucias y quemadas por las brasas, los fuertes vientos que resecan la piel, y esas habitaciones donde el frio traspasa las paredes, donde hay que dormir con una almohada de soledad. Esa necesidad me impulsa a seguir luchando, por quienes más lo necesitan, juntando en forma permanente, alimentos, calzado, ropa, de abrigo y medicamentos.

Belén Cappiello



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